viernes, 30 de noviembre de 2007

Pater Dei



“Dejan sin graduación a curso completo por embarazo”. Así fue el titular de las noticias. Todo porque cuatro estudiantes de un mismo Cuarto Medio del Colegio Mater Dei de Santiago quedaron embarazadas. La maternidad fue sancionada por Mater Dei. Algo nos provoca este tema, porque la Maternidad es la madre que trae al mundo una nueva vida. Complicado, supongo, porque se trata de adolescentes, de jóvenes, que se embarazaron fuera del matrimonio.

Mater Dei las castiga, las priva de un momento significativo en la vida de un adolescente, como lo es cerrar un ciclo de la vida y comenzar otra etapa. El problema es que para este establecimiento educacional, son mal ejemplo, y atentaron contra la moral y las malas costumbres, y va contra los principios y etcétera. Ya sé que alguien puede escandalizadamente pensar que esta opinión mía es un aval para el pecado. Pero que chic@s se inicien a la sexualidad a los 14 años más menos sí da para pensar. Y qué decir de esta información: “Anualmente, de cada mil adolescentes chilenas 49 son madres y de ese grupo un 57 por ciento son adolescentes que no tienen educación o sólo han completado la educación básica.” Nadie tiene el derecho de justificar la vida sexual activa fuera del matrimonio. Nadie tiene el derecho de condenar o juzgar si alguien, como consecuencia, queda o deja embarazad@. Personalmente tengo la convicción y certeza (porque es una cuestión de fe), que mantener la pureza sexual es fundamental para la realización plena del ser humano hasta el día de su matrimonio. Porque detrás de ese mandato divino está la imagen bella de un Dios Puro y Santo.

Pater Dei, a quien el apóstol Pablo llama “el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”, no los hubiera dejado sin graduación. A cada una de esas chicas, con sus hijitos entre el público, o con sus panzas listas para parir, les hubiera dado un certificado de graduación que con letras escritas con sangre, la de su propio Hijo, diría “Graduada por Gracia”. Es que Pater Dei es Papá amoroso. ¿Acaso él ya no sabe el numerito que se mandaron? Y así y todo nos abraza y nos dice es por gracia, favor que no te mereces, que te amo.

Bueno es tener todos los días un Pater Dei, protector y defensor, de quienes optan por la Vida.

“¡Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda.” (2 Corintios 1:3)

lunes, 19 de noviembre de 2007

MONOS ANIMADOS

¿Quién no ha visto “monos animados”? Algunos son clásicos, como los que nos acordamos en las fiestas, y que son de años en la televisión. Y aunque padres e hijos los hayan visto, igual nos siguen causando gracia. Y nos animan cada vez que los vemos o nos acordamos de, por ejemplo, los autos locos, el correcaminos, los thundercats, los padrinos mágicos, etc. Por eso será, digo yo, que se llaman “monos animados”, porque animan.

Esta palabra, animar, (del lat. animāre) significa “infundir vigor a un ser viviente”. En sus orígenes tenía la idea de “soplo del aire”. De ahí viene lo de dar aliento, o sea, echarle aire al que está en las últimas.

Y todo esto por lo de animar a otros. A veces sólo sentir que alguien respira a tu lado es de sobra y basta. Anda tanto desalentado por el lado de uno que da no sé qué. Incluso los que se ven como seguros de sí mismo, necesitan una palabra de aliento. Como Pablo, que tenía un amigo llamado Onesíforo (¿sabías que significa “el que trae provecho”?) Cuando el apóstol estuvo preso en Roma fue y como dice él “muchas veces me dio ánimo” (2 Timoteo 1:16-18). Ser de aliento hace bien, pues hace crecer.

A propósito, hay una historia de unas ranas que iban de viaje y una de ellas cayó a un hoyo profundo. Las otras comenzaron a gritarle que para efectos prácticos mejor se dejara morir porque tenía cero posibilidad de salvar su vida. Pero la rana seguía saltando con más fuerzas. Y aunque las otras ranas le gritaban y gesticulaban que se dispusiera a morir. Igual siguió dando saltos hasta que logró salir.

Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos". La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

Una palabra de aliento compartida con alguien que se siente desanimado tiene el poder de dar vida. Bien vale la pena darse el tiempo para animar a otros. Como dice Pablo: “Por eso, anímense los unos a los otros, y ayúdense a fortalecer su vida cristiana, como ya lo están haciendo.” (1 Tesalonicenses 5:11 – TLA)