lunes, 12 de mayo de 2008

A los lisiados del alma

Natalie es una joven sudafricana. Se sube a su moto (“scooter”) y sintiendo el viento en su cara se va a su colegio en Ciudad del Cabo. Natalie tiene sueños; siente la libertad, la misma que experimenta cuando se lanza a la piscina para nadar. Esa es su pasión desde los seis años. Natalie sueña que está en los Juegos Olímpicos, el público la ovaciona mientras recibe la corona de laureles de los vencedores y sobre su pecho cuelga la medalla de oro…pero de pronto la realidad cambia en forma dramática. Un auto la arrolla y Natalie está postrada en la cama de una clínica. Dos semanas más tarde la dan de alta, pero ya nada volverá a ser como antes: a Natalie le han amputado su pierna izquierda.

Vicentico canta: “los caminos de la vida, no son los que yo esperaba; no son los que yo creía; no son lo que imaginaba; los caminos de la vida son muy difícil de andarlos, difícil de caminarlos y no encuentro la salida”. Vicentico en algo tiene razón: hay veces en que las circunstancias de la vida, las experiencias que nos toca vivir, hacen que nuestra vida se ponga cuesta arriba. Son esas otras amputaciones; las del alma. Son esas mutilaciones en las que pierdes una parte vital de tu existencia, acaso irrecuperable. Cualquiera se daría por vencido y derrotado; cualquiera sentiría que no se puede vencer tal adversidad o pérdida, pero no los que creen que Jesús hace todas las cosas nuevas en nuestras vidas.

Estos son los que, como Natalie Du Toit, aprenden a caminar con una prótesis y que tienen la firme determinación de volver a lanzarse al agua; los que tienen el coraje para buscar la salida y el camino. Son los que cambian su técnica de nado y buscan un nuevo punto de energía y de impulso en la vida.

A los lisiados del alma Dios nos dice: “Dichoso el que resiste la prueba porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.” (Stgo.1:12) Nosotros somos de los que reciben la corona…


Siete años después de su accidente, la sudafricana se convirtió en la primera atleta discapacitada en clasificar a unos Juegos Olímpicos en los 10 kilómetros de aguas abiertas. Ningún accidente de la vida puede mutilar tus sueños de Dios. Así me lo recordaré en los Juegos Olímpicos de Beijing, cuando Natalie Du Toit se lance a las aguas para completar el sueño de su vida…mutilados, pero no del corazón que vive para Dios.