domingo, 12 de julio de 2009

La píldora del día después es un mejoral

La píldora del día después no es del todo abortiva. Es cosa de leer un poco por aquí y por allá; informarse, preguntar. Contrariamente a lo que muchos creen y defienden a ojos cerrados, existe un margen de uso en sus primeras horas que no tiene un efecto abortivo. Sin embargo, ese no es el punto de discusión. ¿Estamos llamados a promover el uso de este método anticonceptivo? O mejor (o peor), ¿es nuestra primera obligación como seguidores de Jesús oponernos furibundamente a su distribución?

Al final la pildorita no es más que una medida de parche. De alguna manera hay que salvar un mal cálculo o ningún cálculo. Hay que encontrar una salida fácil cuando no se ha querido recorrer el camino difícil. Una solución superficial para un problema profundo, que nos resistimos a encarar…y optamos por rasgar vestiduras o encontrar que esta es la más brillante idea para abordar la realidad de la sexualidad juvenil.

Quienes defienden la distribución de la píldora a través del sistema público, argumentan que el embarazo adolescente interrumpe el desarrollo intelectual, afectivo y social de las jóvenes, y la libertad de elegir en el futuro el modo de vida que prefieran. También sostienen que en una mujer adulta un embarazo no deseado significa la postergación de sus objetivos personales. Por último, están los que ven en esto una inequidad social para las mujeres más vulnerables, que no tienen acceso al fármaco en una farmacia.

Es verdad que en la práctica no existen los programas de educación sexual en nuestro sistema educacional público y privado, para que por lo menos los jóvenes se informen y se hagan responsables en cuanto a su sexualidad….entonces… la píldora aparece como el “mejoral”, el antiquísimo analgésico que quita el síntoma molestoso, el dolor de cabeza, pero que no cura la enfermedad.

Disparar contra la sociedad diciéndole que está enferma de relativismo, de superficialidad, de irrespeto a Dios, al prójimo y a sí mismo; predicar condenación, sin proposición es lo mismo que no anunciar las buenas nuevas de Jesucristo. Así que vamos a empezar por el principio, afirmando nuestras convicciones personales; aprendiendo en el camino que Jesús nos quiere hacer bien cuando postergamos la realización de nuestra sexualidad plena para quien le declararé mi amor hasta el último día de vida. Que, por cierto, da buen resultado. Seguimos creyendo que la pureza es lo “mejor” y no un “mejoral”. Y promovemos una porfiada relación con Jesús, porque al final es el único que nos da el dominio sobre cualquier impulso sexual.

Quedémonos con estas palabras: “Los que obedecen sinceramente a Jesucristo consideran que todo es bueno. Pero no hay nada bueno para los que no obedecen ni confían en él, pues sólo piensan cosas malas y no les remuerde la conciencia.” (Tito 1:15 – TLA)

Por eso y mucho más, la píldora sólo es un “MEJORAL”