domingo, 29 de noviembre de 2009

Jesús llama a votar...



Jesús está rodeado de adherentes de un partido de la derecha política, con fuertes vínculos religiosos (algo así como la UDI de esos tiempos). Entonces, de pura mala leche, le hacen una pregunta para comprometerlo políticamente…
“¿Está bien que le paguemos impuestos al emperador de Roma, o no?” Jesús se tiene que definir en un tema político: Si dice que “no”, entonces será acusado de traición al imperio romano (como quien dice, estar en contra del gobierno); pero si responde que “sí”, entonces lo acusarán de estar vendido y estar a favor de un sistema económico y social esclavizante (o sea, comulgar con el gobierno de esa época).
Contrario a lo que muchos enseñan y predican, Jesús sí tomó una opción política. Su respuesta fue genial:
“--¿De quién es la cara dibujada en la moneda? ¿De quién es el nombre que tiene escrito?
Ellos contestaron:
--Del emperador romano.
Jesús les dijo:
--Pues denle al Emperador lo que es del Emperador, y a Dios lo que es de Dios.” (Mateo 22:15-22)
No me vengan con cuestiones: al mundo político le corresponde lo que son los asuntos propios del Estado; pero al mundo religioso le corresponde darle a Dios el servicio en todos los ámbitos de la vida. El emperador no es Señor, ni menos el Estado una iglesia. Con la elección de nuestras autoridades de gobierno cumplimos con un deber cristiano mínimo de responsabilidad cívica (por eso es inconsecuencia que los jóvenes canutos no se inscriban en el registro electoral).
Sumando para la raya: nuestra opción política es votar en conciencia por quien se identifique con esta respuesta de Jesús. Es decir, velar porque el Estado garantice el respeto, la igualdad y el derecho de todas las personas (no importa si es hombre o mujer, si es mapuche o no mapuche, si es gay o heterosexual, y todas las posibilidades de condición de la gente común y corriente de este país).
No existen tal cosa como los partidos “cristianos”; ni siquiera aquellos candidatos que se las dan de “hermanos” para ganar votos. Y esto porque Jesús rayó la cancha: al gobierno le corresponde las funciones propias de un Estado para el bienestar de todos sus ciudadanos. Y a la iglesia le corresponde las funciones propias del reino de Dios para el bienestar de toda la sociedad.
Me ofende (y como dice mi hija, me da vergüenza ajena) cuando algunos líderes evangélicos se toman una representatividad que nunca les he concedido o aparece un movimiento que nadie conoce y que dice promover el diálogo y la reflexión, pero impone votar nulo en primera vuelta. ¡Y todo porque no quieren seguir los dictados de los que hacen declaraciones públicas a favor de tal o cual porque van a beneficiar a las iglesias!
Seguro que Jesús hubiese llamado a votar…por el que cada uno quisiera votar.