miércoles, 26 de enero de 2011

Si Bielsa fuese pastor...


Si Bielsa, en lugar de entrenador de fútbol, fuese pastor o líder de jóvenes, tendría a varios líderes religiosos a la siga…para crucificarlo.

Escogería para el equipo no necesariamente a los más populares o, supuestamente, los mejores. Elegiría a los esforzados, a los dispuestos al sacrificio por lograr el propósito último. A los conflictivos, polémicos, osados, atrevidos; les daría una oportunidad. De hecho, Jesús, que sabía bastante más de liderazgo, llamó a “lo que votó la ola” de la institucionalidad religiosa y social de su tiempo para que fueran sus discípulos.

Aprenderían todos del “ensayo y error”; y si se llegase a equivocar por un mal gesto o actitud hacia alguien del equipo, no dudaría en pedir perdón públicamente. Total eso no te resta autoridad ni te baja de ningún pedestal de poder, porque sencillamente no tienes ninguno. Lo intentarían una y otra vez, hasta lograr la jugada, porque la idea es trabajar duro no para alcanzar lo mejor, sino lo óptimo. Al menos así lo pensaba también el apóstol Pablo.

Actuaría en consecuencia con sus íntimas convicciones. Jamás se haría cargo de la crítica solapada o andaría preocupado del “qué dirán”. Y aunque su autenticidad tarde o temprano le pasaría la cuenta del sistema, su coherencia de vida sería apreciada por los que van por el mismo rumbo.

Amabilidad ante todo sería su consigna. Al mismo tiempo reservado con lo que se le confía, porque ser confiable te da credibilidad. Lo que le cuenten o lo que pase queda sólo entre tú y yo.

Viviría en la austeridad y sin una aparente humildad. Jamás cuantificaría el valor de su tarea ni el de los demás, por la casa, el auto o el reloj de lujo cuales signos de prosperidad.

Y al final, como obviamente un pastor o líder con ese perfil no calza en el sistema, terminaría yéndose a otro lado. Pero, una cosa es segura, el pueblo de la iglesia o los jóvenes le expresaría su cariño, no querrían que se fuese y lo apoyarían hasta las últimas.

Eso si es que fuera pastor.