martes, 8 de julio de 2008

Mi Hijo es un regalo



Llueve. Llueve tupida y persistentemente, como sólo en Temuco. Belén me abraza y me dice: “Cuando la ambulancia se llevaba a José Ignacio, llovía; me acordé del video “Rain”. Este es un mensaje de Rob Bell (www.youtube.com/watch?v=XmGZ2U5MMKk), en el que cuenta la historia de una caminata por el bosque con su hijito pequeño en que de pronto se descarga un aguacero. Nos recuerda que en medio de la tormenta, un padre siempre le dice a su hijo “Te amo. Lo lograremos”. Cuando recibí la angustiante llamada de Noemí para decirme que el Jose estaba con convulsiones, no hacía más que clamar a Dios por la vida de mi hijo mientras manejaba de regreso a casa. No sabía qué pasaba, ni por qué nuestro hijo se había enfermado así. Mientras conducía a toda velocidad, Dios puso un pensamiento, una frase en mi mente y en mi corazón: “¡José Ignacio es un regalo!”. Ahora le he dado vuelta a lo de regalo. De partida su nombre “José” en hebreo significa ‘Dios ha añadido o añadidura de Dios’. Este hijo adoptivo, nuestro hijo, no lo buscamos. Simplemente el Señor nos los trajo a nuestras vidas como un regalo. Y pasado el susto, puedo decir: “Al que da y después quita, le sale una jorobita”… y Dios, el de las promesas, el mismo de las verdades verdaderas, no es de esa clase. ¿Por qué tendría que preocuparme? La palabra griega que se traduce como ‘regalo’ en el Nuevo Testamento es dóron. Los magos de oriente le llevan dóron al recién nacido Jesús. La gracia – favor de Dios-, algo así como que Dios juegue de tu lado, también es dóron. Pero la vida eterna es mucho más que un simple regalo. No se trata de un “engañito” para dejarte feliz, algo así como un juguete nuevo. Se trata de cárisma, como cuando Pablo dice “la dádiva (cárisma) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Ro. 6:23). También es lo que Dios te da gratuitamente. Sólo que se trata de un super regalo. Jesús como Hijo de Dios es el regalo final. Simplemente es un regalo que el Padre nos da; sólo dice “Mi Hijo es un regalo”. Ahora me lo recuerdo a mí mismo, cuando pienso en que José Ignacio es un regalo, también. Cuando dormía en la sala de observación del hospital, le tenía cogida su manito. De tanto en tanto él la apretaba. Era como si quisiera cerciorase de que papá estaba ahí. Yo también sentía que Papá estaba ahí. Me recordaba que Dios me dice continuamente “Mi Hijo es un regalo”. Al igual que el regalo de José Ignacio, debo velar por él, pasar tiempo a su lado y, más allá de cualquier circunstancia, valorar ese hermoso regalo…aunque en Temuco llueva todo el tiempo.

No hay comentarios: