martes, 15 de julio de 2008

Ministra...agua va!!!!


Cuidado con la provocación a l@s chic@s, advertía el apóstol Pablo a los papis de Éfeso. Porque “sin decir ¡agua va!”, pueden reaccionar en su estado transitorio de adolescentes. Etapa absolutamente normal a cierta edad, pero que es un problema si no se supera en su tiempo (como a veces les ocurre a los adultocéntricos).
El origen del “agua va” viene de la Edad Media, cuando no había alcantarillado y las necesidades fisiológicas líquidas (léase “pipí), se arrojaba desde los balcones a la calle, sin antes advertir del peligro inminente con el grito: “¡Agua va!”. Cuento esto a propósito de la reacción de la adolescente de 14 años que “sin decir, agua va”, mojó con un jarro a la Ministra de Educación. En su descargo, María Música dijo que reaccionó así porque “no la quiso escuchar al intentar hablar con ella”. De aquí en adelante sesudos analistas, políticos y educadores, han criticado la acción sin más. Y aunque nadie podría validar el “jarrazo”, tampoco podemos entrar a opinar (quienes nos consideramos adultos) como un adolescente más.
Para evitarse un buen chaparrón, considérese lo siguiente: Jamás subestimes a los adolescentes. Recuerda que ellos van a reaccionar como adolescentes…¡no tú, si eres adultocéntrico! No se pierde el tiempo al escuchar a un adolescente, se invierte en una relación en el tiempo. Tu óptica de adulto, no es la misma de un adolescente. Evita dictar cátedra, como conocedor absoluto de la verdad, porque ellos tienen su propia verdad y que no es menos válida. Si intentas ironizar o descalificar a un adolescente…consíguete un paraguas, porque seguro que sin aviso, ¡agua va!
Pero, chic@s, Pablo también decía que tenemos que controlarnos si nos enojamos. Es que no se puede andar por la vida tirándoles agua a los adultos. Cuando un impulsivo joven le corta la oreja con su espada a uno de los que arrestaba a Jesús, el Maestro le da una ilustrativa lección –que va para jóvenes y adultos-; nuestras acciones y reacciones tienen siempre su consecuencia. No debemos precipitarnos en arrojar el vaso con agua. La injusticia genera más injusticia; la odiosidad; más odiosidad. Jesús nunca renunció a la verdad ni a la confrontación de la mentira o la injusticia, pero hizo la pregunta oportuna. Por ejemplo, ¿por qué María Música “sin decir, agua va” lanza un “jarrazo”? Piensa.

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